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La convivencia con Google

Nuestra experiencia con el asistente de Google
Hemos probado durante un poco más de medio año el asistente virtual de Google y me gustaría compartir contigo nuestra experiencia.

En enero de 2020 nos fuimos a vivir a otro piso y nos regalaron un Google Home Mini.

Al terminar la mudanza y después de domotizar las luces y las persianas, mientras charlaba con mi mujer sobre domótica, llegamos a la conclusión de que la mejor forma de ayudar a mis clientes sería probar la mayoría de los dispositivos de moda que se puedan comprar.

Dado que los asistentes virtuales están de subida, y que teníamos uno en un cajón, decidimos comenzar con el asistente de Google.


Hey Google, bienvenido a casa

La principal razón de no haber invitado antes a ningún asistente virtual a convivir con nosotros es la privacidad-nunca-garantizada que ofrecen los altavoces inteligentes.

Yo soy una persona muy celosa de mi información personal y mis hábitos de vida.

Todo mi sistema domótico se encuentra en una red aislada sin conexión a internet y, además del cortafuegos y otros temas, procuro evitar el uso de los servidores DNS del proveedor de fibra o los que proporciona Google.

Principalmente lo hago para que les resulte un poquito más complicado quedarse con mi perfil de navegación o las rutinas de mi familia.

Sin embargo, por las necesidades de mi trabajo y porque creo que es necesario probar las cosas yo mismo antes de ofrecerlas a mis clientes, hemos acordado relajar un poco nuestros límites con el fin de poder hablar con propiedad cuando llegue el momento.

Puesta en marcha del asistente

La puesta en marcha resultó ser muy sencilla, tras instalar la App en el móvil y enchufar el dispositivo, bastaron un par de minutos para dejarlo todo configurado.

Las respuestas que nos da son rápidas, y los comentarios cortantes o jocosos dan bastante juego.

Para conectarlo a la domótica de mi casa he creado “un puente” en la nube donde poder publicar para Google los dispositivos que me interesan y darle acceso para que pueda controlarlos.

Charlando y unas risas

Durante los siguientes días la risa se apoderó de nuestra casa.

Cada vez que alguno de los tres pedíamos algo al altavoz, provocaba la risa de los otros dos, sobre todo en mi hijo de 4 años.

Y no te cuento cuando descubrió que podía decir “Hey Google, cuéntame un chiste”.

Me sorprendió gratamente que el asistente no tuviera muchas dificultades para entenderle. La pronunciación de mi hijo todavía no es correcta y en ocasiones tenía que repetir el comando una o dos veces.

El que él también pueda participar de la experiencia le ha hecho ganar puntos al asistente virtual de Google.

Al tratarse del primer contacto con un altavoz inteligente nos costó un par de meses recordar que podíamos acudir a él para ciertas tareas.

Casi era como una casa del futuro.

Bastante espabilado

Al cabo del tiempo nos dimos cuenta de que es bastante espabilado, reconoce muy bien los sinónimos y concatena un par de comandos sin problema.

Por ejemplo, descubrimos que podíamos decir cosas como:

  • “Hey, Google. Cierra las persianas en cinco minutos y enciende las luces del salón”
  • “Hey Google. En cinco minutos enciende las luces del salón y luego cierra todas las persianas”

O distintas variantes.

Todos los comandos fueron ejecutados de forma casi inmediata.

Pronto, el comando estrella en casa fue “Hey Google. Apaga las luces en un minuto”, utilizada cada día antes de acostarnos por mi mujer y por mí.

Al final se convirtió en parte de nuestra rutina, como una cosa más de nuestro día a día.

Mejoras en la accesibilidad

Otra ventaja que hemos descubierto es la mejora en la accesibilidad que ha supuesto conectar el altavoz a la domótica de casa.

Por ejemplo, hemos montado una tienda de campaña en la habitación de mi hijo y ésta queda delante del interruptor de las persianas.

Otras veces que lo hemos hecho, siempre había que apartarla para poder abrir o cerrar la persiana. Pero ya no.

Ahora basta con pedirle al altavoz que lo haga por nosotros.

Y esto me abrió los ojos, ya que un altavoz inteligente sería una ayuda en el día a día de personas con movilidad reducida, porque si a nosotros nos ayuda con una persiana, ¿cómo lo haría a una persona que no puede desplazarse fácilmente o está impedida en una cama?

Poder controlar las luces y persianas o la calefacción con la voz es una gran ayuda en determinadas situaciones.

Una buena experiencia

Estoy escribiendo estas líneas después de haber desconectado y guardado el altavoz en el cajón.

Si bien el hecho de hablarle a un ordenador dista mucho de ser como en las películas, donde casi son una consciencia viva, la experiencia fue buena.

Sin embargo, aún me queda un poco del miedo que te comentaba al principio, ese de perder mi intimidad y que, por ejemplo, durante estos meses Google haya podido perfilar aún más a mi familia.

Me rondan por la cabeza preguntas como:

  • ¿Los resultados de mis búsquedas en la web están motivados por los hábitos a la hora de encender las luces?
  • ¿Recibo más publicidad sobre un tema en concreto por comentarlo en el salón de mi casa con el altavoz conectado?

No he notado nada raro, al menos de momento.

En conclusión

El poder controlar la domótica de mi casa mediante la voz es algo que me conecta aún más y al mismo tiempo me libera de tener que desplazarme para, por ejemplo, apagar una luz cuando no llevo el móvil en el bolsillo.

¿Has probado el Asistente de Google? ¿Lo tienes conectado a los gadgets de tu casa? Cuéntame tu experiencia, seguro que hay algo que nos hemos perdido.